Uno de los lugares más bellos de la ciudad es el encantador parque Pepiniere. A mediados del siglo XVIII, había un vivero utilizado para cultivar plántulas en su territorio. Este lugar verde se convirtió en un parque público solo a mediados del siglo XIX. Actualmente, el parque alberga un teatro de marionetas, así como muchos campos de deportes y lugares para la celebración de conciertos y otros eventos de entretenimiento.
Un sitio religioso importante de la ciudad es la Iglesia de Saint-François-des-Cordeliers. Fue construido en el siglo XV y originalmente perteneció a la Orden de los Cordeliers. Después de cientos de años, la iglesia conserva su apariencia estricta. Muchos turistas se sienten atraídos por su decoración interior única: las paredes de la iglesia conservan maravillosos murales y elementos decorativos de piedra y madera.
La única parte que queda de las antiguas fortificaciones es la Puerta de la Craffe, construida en el siglo XIV. A lo largo de los siglos, la puerta ha sido reconstruida repetidamente y adquirió su aspecto actual en el siglo XIX. En un momento la puerta sirvió como prisión, pero hoy es uno de los principales símbolos históricos de la ciudad.
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