Esta ciudad fue fundada hace cuatro mil años y no deja de sorprender a los viajeros con su belleza soberbia, con la riqueza de sus curiosidades y con una atmósfera inexplicable de harmonía. Jerusalén es un centro religioso, al cual llegan los partidarios de las religiones más diversas: musulmanes y cristianos. Como la mayoría de ciudades antiguas, Jerusalén está lleno de contrastes. Los edificios más antiguos están al lado de los más modernos, se puede disfrutar de unos paisajes magníficos, del aspecto austero de iglesias y catedrales, pasear por mercados y avenidas umbrosas.
Merece la pena visitar ante todo la montaña de las aceitunas. Es la colina más alta de la ciudad, aquí fueron construidos varios miradores, desde los cuales se puede ver Jerusalén como la palma de la mano. La zona premontañosa es también muy bonita, embellecida por boscajes de olivas y calveros llenos de flores. Aquí se sitúa la iglesia de todas las naciones del año 1925. En la construcción participaron 12 países católicos, cada una de 12 cúpulas está adornada con un escudo de un país. Enfrente está la iglesia de María Magdalena, construida en el siglo XIX. El santuario fue elevado según la orden del Alejandro III y llamado en honor de su madre. Allí trabajan los monjes de la Iglesia Blanca Rusa, las siete cúpulas están adornadas con cruces ortódoxas.
Asimismo merece mucha atención la iglesia de “Dominus Flevit”. Es una de las iglesias más nuevas, elevada en el año 1954. El arquitecto Barlucci trabajaba con este proyecto, el rasgo particular de la construcción es la cúpula en forma de una lágrima. Sin falta hay que visitar el valle de Kidron, donde se sitúan los sepulcros más lujosos, varias capillas y templos.
Leer más...