La ciudad sitúa en el río Moselle y si uno lo atraviesa, llega hasta una pintoresca isla de Solcie. La mayoría de los edificios fueron elevados en el siglo XVIII.
Si de día la ciudad va idealmente para unos paseos tranquilos y observación de unas curiosidades, de noche se convierte en un lugar misterioso. Es que las casas están revestidas de una piedra muy peculiar que tornasola en la iluminación de las farolas. Hasta la noche más profunda están abiertos los butiks y centros comerciales, se puede encontrar los restaurantes y bares franceses. Uno de los platos tradicionales que le ofrecerán en cualquier restaurante es el postre de mirabella. Esta fruta fue elaborada y cultivada por los seleccionadores locales de un simple ciruelo, no hay iguales en todo el mundo.
Si Ud. va a estar de vacaciones por aquí en el verano, podrá disfrutar del esplendor de los parques locales, donde se dan unas representaciones fascinantes cada tarde. Cada parque está adornado con unas fuentes bailadoras, uno puede admirarlas eternamente.
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