Probablemente debido a su imprevisibilidad fabulosa, muchos comparan Érfurt con hermosa y única Praga. Es difícil imaginar que es lo que uno verá con siguiente paso. Nada puede perturbar el ambiente singular de las estrechas calles medievales de la ciudad con edificios que uno casi toca con la cabeza, con una abundancia de iglesias, un enrede de épocas pintoresco y muy armonioso. Y el tiempo mismo fluye aquí pensativo y con calma, como un río de Gera que atraviesa la ciudad.
Visitar Érfurt sólo por unas horas es equivalente a renunciarse a visita allí. La ciudad debe ser explorada lentamente y con calma. No tiene ningún sentido intentar ver más e ir corriendo por sus calles. Cada casa, cada pared, la decoración de cada puerta o ventana requieren atención. Aquí todo es único.
Entre los lugares de interés de la ciudad se destaca el museo con un árbol de roble que crece en su centro. Para ver la exposición uno tiene que desplazarse por una escalera de caracol alrededor del árbol. Los peldaños de la montañas de la Catedral son a menudo el escenario, y la ciudad misma sirve de un maravilloso telón de fondo para los espectáculos. El puente de los comerciantes es único con sus casas de entramado de madera. Este puente del siglo XIV es más largo que otros famosos puentes-calles de Europa.
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